Este es un jardín,
de árboles de colores,
dorados por el sol del Oriente
y agitados por el viento de Occidente.
Aquí se halla la calma,
la paz latente,
el reposo del aliento constante.
Un jardín de palmeras
y árboles enormes,
una selva sin animales,
los únicos ruidos,
el susurro sibilante de los árboles,
mecidos por el soplo incesante de
vientos, hasta huracanes.
Pero,
ellos ahí se mantienen,
atados al suelo del que viven.
Son estos enormes árboles,
cuerpos que se extienden al cielo, azul, oscuro, gris suave...
Alzados clamando, sedientos, a las nubes,
con el zumbir de sus entredentados ramajes,
dedos y hojas son sus brazos,
Agua que calme la sed.
PD: Després de la visita la Jardí Botànic de Tuxtla
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